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Una taza de caldo, tres niveles de bienestar

Cómo la salud mental empieza en tu cocina

Hay algo especial en una taza caliente de caldo de huesos. No solo por el sabor profundo, ni por el aroma que te envuelve como un abrazo. Es mucho más que eso. Detrás de esa receta tradicional, se esconde una conversación entre tu cuerpo, tu mente y tu entorno. Y esta charla no ocurre en un consultorio, sino en la cocina, cucharón en mano.

Hoy, vamos a hablar de salud mental, pero no desde la teoría complicada ni desde el diagnóstico clínico. Vamos a bajarlo a tierra. A los fogones. Porque lo que comemos influye directamente en lo que sentimos, pensamos y cómo nos relacionamos.

El intestino: tu segundo cerebro

Sí, así como lo leís. Tu intestino está tan conectado con el cerebro que muchos científicos lo llaman el "segundo cerebro". Y no es una metáfora exagerada. Tiene su propio sistema nervioso, produce hormonas y neurotransmisores (como la serotonina, la misma que regula el ánimo), y está en contacto constante con el sistema nervioso central.

¿Sabías que el 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino? Cuando tu microbiota intestinal está desequilibrada, tu estado de ánimo también puede alterarse. Y acá es donde entra nuestro caldo, rico en colágeno, gelatina, aminoácidos como glicina y glutamine que ayuda a restaurar y proteger la mucosa intestinal

Una receta con ciencia: lo que hay en tu taza

El caldo de huesos, cuando se prepara con tiempo, amor y paciencia, libera componentes como:

  • Glicina: un aminoácido que ayuda a relajar el sistema nervioso y mejora la calidad del sueño.
  • Gelatina y colágeno: que ayudan a mantener y reparar la mucosa intestinal.
  • Minerales como magnesio, calcio y fósforo, que contribuyen a la regulación nerviosa y muscular.

No es magia, es bioquímica. Y es accesible. Es una forma de autocuidado que no necesita pantallas, ni recetas médicas: solo una olla, tiempo, y ganas de cuidar(te).

Biopsicosocial: el trío del bienestar

La salud mental no es solo "sentirse bien emocionalmente". Es un equilibrio entre:

  • Biológico: tu cuerpo, tu sistema nervioso, tu metabolismo.
  • Psicológico: cómo pensás, cómo te sentís, cómo regulás tus emociones.
  • Social: tus relaciones, tu entorno, tu comunidad.

Cuidar lo biológico (alimentarte bien, dormir, moverte) tiene un efecto directo sobre lo emocional. Y cuando estás más regulado, podés vincularte mejor con los demás. Por eso una taza de caldo puede ser mucho más que una comida: puede ser un acto de reconexión con vos mismo.

En resumen

Una buena salud mental también se cocina. Se cultiva en pequeños actos diarios. En volver al origen. En permitirnos descansar, nutrirnos y sostenernos. El caldo de huesos es una herramienta sencilla pero poderosa para empezar esa reconexión desde lo más básico: el cuerpo.

Así que la próxima vez que sientas que el mundo va muy rápido, que estás desbordado o simplemente necesitás un momento para vos, volvé a la cocina. Pone la olla al fuego, llenala de huesos, agua, hierbas y tiempo. Y dejá que ese aroma te recuerde: tu salud mental empieza por tu cuerpo, y tu cuerpo empieza por lo que le das.

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